Cuando cambiamos mucho, entonces nuestros amigos que no han cambiado se convierten en fantasmas de nuestro propio pasado: su voz nos suena espantosamente vaga, como si nos oyésemos a nosotros mismos, pero más jóvenes, más duros, más inmaduros

Cuando cambiamos mucho, entonces nuestros amigos que no han cambiado se convierten en fantasmas de nuestro propio pasado: su voz nos suena espantosamente vaga, como si nos oyésemos a nosotros mismos, pero más jóvenes, más duros, más inmaduros

 

 

-Nietzsche